lunes, 11 de enero de 2010

A la caza del inmigrante

Desde hace varios días han estado dando caza a todos los inmigrantes extracomunitarios en la localidad italiana de Rosarno, un pueblo de sólo 15.000 habitantes. Los hechos vienen de lejos, ya que hace varios meses apareció toda la localidad con carteles que pedían que los vecinos y vecinas denunciaran a aquellos inmigrantes ilegales que residieran y/o trabajaran en el pueblo.

Hace sólo unos días, tras ese caldo de cultivo, vecinos de la población la emprendieron contra los inmigrantes con escopetas y demás armas, comenzando una caza del inmigrante que ha dejado 67 heridos, entre agresiones y disturbios.

El discurso de los agresores como siempre que los inmigrantes vienen a quitarles el trabajo, que no hay trabajo para los locales así que no hay sitio para los de fuera. Los inmigrantes se dedicaban a la recogida de la mandarina sólo como temporeros. La mayoría de ellos son africanos, y vivían hacinados en una fábrica abandonada en condiciones infrahumanas.

La mayoría de los inmigrantes han optado por irse de la ciudad o bien están siendo expulsados por la policía local. Ya se han marchado del pueblo unos 1100 de ellos.

Se sospecha que la mafia calabresa esté detrás de esta caza, ya que han sido los inmigrantes los que han tenido el valor de plantarles cara.

Y yo me pregunto qué falla en un país cuyos organismos permiten que se creen estos caldos de cultivo y estos deleznables hechos, sin hacer absolutamente nada por impedirlo. Evidentemente no todas las personas de Italia son iguales, pero un país que no clama por el respeto a los derechos humanos está en manos de indeseables, empezando por su presidente y terminando por las múltiples mafias-gobierno que operan en cada uno de los rincones de ese país.
Como siempre los más desfavorecidos son los que pagan el pato de unos sistemas injustos y condescendientes con los poderosos y corruptos. Y mientras Italia y Europa entera ha estado y está esquilmando África no ha pasado nada, y cuando recogemos las consecuencias de nuestras acciones encima seguimos castigando a unas personas ya de por sí castigadas con tener que dejar familia, tierra, amistades, su mundo atrás por intentar conseguir una vida mejor para sí mismos y sus gentes. ¿Puede ser el ser humano tan estúpido y egoísta? Pues parece que sí, y lo que nos quedará por ver.

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